Hablar de Charly Galosi es hablar de Carreras de Montaña, pero para conocer cómo surgió todo compartimos unos mates con él en el espacio de Grupos de Entrenamiento del CAB, a través de Instagram.
«Un poco surge como le puede pasar a cualquier chico que vive en esta zona y tuve la gracia de poder conocer la montaña gracias a salir con algunos amigos, conocer, al principio uno va de campamento, al lago, a hacer actividades al aire libre, con mi familia de chico compartíamos bastante esos momentos, esa reminiscencia hace que uno lo tenga incorporado», contó Charly al comenzar la charla.
A través del esquí se acercó de muy chico a la montaña y si bien le fascinaba luego hubo épocas en su vida en que no pudo acercarse tanto a la montaña, hasta que llegó la elección de su profesión: Educación Física y así «di un golpe de timón directamente hacia las actividades de montaña y las actividades deportivas, el ejercicio en concreto».
Además, resalta que practicó rugby durante una década en el Club Los Pehuenes, donde afianzó lazos para toda la vida. «En ese momento de la adolescencia cuando uno tiene tanto por delante, el rugby me unió mucho, me dio valores únicos, un poder grandísimo sobre lo grupal».Resaltó que en ese deporte «para que le vaya bien a uno le tiene que ir bien al equipo y la unión hace la fuerza, en esa actividad están muchos de los valores que necesitamos para la vida del día a día en la sociedad».
Y así fue, sin dudarlo, como lo refleja el hechod e que sus grandes amigos de toda la vida, son los del rugby. «Con algunos de ellos todavía seguimos compartiendo vivencias como estar en la Comisión de Auxilio». Insistió en que «el deporte pasa pero lo que
queda son los valores».
Luego comenzaron las salidas a la montaña, en grupo y con amigos, hsata que de pronto partieron en un Falcon, en los 90, para vivir toda una aventura.
«Uno no debe dejar nunca de anhelar ir detrás de sus sueños», asegura y destaca que hay que pensar que se puede y no negarse, siempre positivo y mucha actitud. Y así debe ser en todos los ámbitos de la vida.
Reconoce como montañista más que deportista y asegura que «si me das a elegir entre una carrera y una expedición me voy a una expedición, me encantan las competencias, las hago con mucho placer pero la montaña me puede».
Asegura que hay un antes y un después en su vida, tras comenzar la carrera de educación física,. «Tuve otro gran núcleo de amigos, muy buenos compañeros con los cuales compartía de todo, la parte deportiva, humana, social, formativa, pedagógica que implicaba la carrera y muy buenos compañeros para ir a la montaña y hacer distintas
actividades deportivas».
Así fueron pasando los años y los desafíos, siempre guiado por el amor a la montaña, los valores, el compartir entre amigos.. y aceptar los desafíos creyendo que se puede, siempre se puede…
En un tramo de la charla, además de relatar anécdotas y recordar amigos, señaló que van surgiendo cuestiones, impulsadas por el grupo y los amigos, como «ver una aguja allá lejos y soñar con pasar por ahí arriba». Entonces se comienza a pensar si da para subir. «Creo que de todos los proyectos que uno tiene se concreta el 10 por ciento, pero cuando está la oportunidad y si uno se está preparando para eso no hay otra cosa que tomarla».
Así fue con el proyecto Everest, que comenzó en el 2009. «Teníamos un poco esa ilusión de decir por qué no hacemos algo nosotros…» Entonces surgió la idea de hacer algo emblemático, el Everest. Entonces, recuerda que tuvieron la suerte que «quien nos financió quería financiar una expedición de montaña». Resaltó que «es ponerse y aparece la oportunidad, pero si uno también la está buscando, la está vibrando, está tratando de ir por eso, ese sueño empezó a convertirse en relaidad». Si se contaba con el financiamiento había que entrenar. Reconoce que «la decisión más dura fue esa, decir me subo o no me subo». Contó que es como que alguien les diga: «en dos meses nos vamos a la Luna, tengo 10 pasajes ¿quién viene?»
Destacó que «a nosotros se nos dio, empezamos a remar y nos dio, era una locura en ese momento».
Lo más emotivo fue, sin duda, que llegaorn los 5 juntos, «una vivencia increible. Lo ves retrospectivamente y es más que una montapña, una montaña de recuerdos». Resaltó que «nosotros salimos los 5, fuimos a la cumbre y volvimos los 5 juntos a casa, eso fue para mí el aprendizaje más importante, como el rugby en la adolescencia o los compañeros de profesorado, o de la CAX, o el Everest, uno queda unido más allá de las circunstancias y del día a día por esos hechos y experiencias tan fuertes, queda amigo para siempre».